TARIFA DE ACCESO A VENECIA: ¿CUáNDO COMIENZA A APLICARSE Y CUáNTO CUESTA?

A partir del 25 de abril, los visitantes que acudan a Venecia por un solo día deberán presentar un boleto de entrada para acceder a la Ciudad de los Canales, en una medida inédita en el mundo para combatir el exceso de turismo.

Quien quiera entrar en Venecia a partir de este jueves 25 de abril tendrá que abonar un peaje de 5 euros, una medida que pretende evitar el turismo de masas en una ciudad frágil, pero a la que se oponen sus habitantes y que parece difícil de aplicar.

Venecia se convierte en la primera ciudad al mundo en la que hay que pagar para poder visitarla. Aunque no todos.

De las 171.000 personas registradas hasta este sábado en el nuevo portal dedicado a la venta de entradas, 40.000 habían pagado el ticket y el resto estaban exentos por diversos motivos, ciudadanos de la región del Véneto, visitas médicas, alojarse en hoteles de centro o en casa de venecianos, ir sólo a las islas... y una larga lista.

El boleto se compra en internet a un precio de 5 euros (5,30 dólares) y genera un código QR que los turistas deberán presentar en los principales puntos de acceso de esta ciudad del noreste de Italia. Aunque la tarifa es moderada y el sistema no impone un límite de visitantes diarios, las autoridades municipales confían en que disuada a algunos de los turistas que atestan sus callejuelas y los puentes sobre sus canales en los días de más afluencia.Venecia se convertirá así en la primera ciudad del mundo en imponer un boleto de entrada a sus visitantes, como si fuera un parque temático.

El problema del exceso de turismo ha generado movimientos de rechazo en otros lugares, como por ejemplo España, que han llevado a las autoridades a intentar conciliar el bienestar de los habitantes con un sector económico crucial. ”Es un experimento y es la primera vez que se hará en el mundo”, explicó el alcalde de Venecia, Luigi Brugnaro, en una rueda de prensa a principios de mes en Roma para presentar este sistema a medios de comunicación internacionales. La experiencia captará la atención de otras ciudades turísticas del mundo que se encuentran en situación similar. ”Nuestro objetivo es hacer Venecia más habitable”, dijo Brugnaro, cuyo consistorio ya prohibió que los grandes cruceros atraquen en la ciudad.

En los momentos de más afluencia, Venecia cuenta con 100.000 turistas que pernoctan, además de decenas de miles de visitantes diarios. Eso contrasta con los aproximadamente 50.000 habitantes del centro de la ciudad, que no deja de disminuir. Sin embargo, en esta fase el experimento tiene un alcance muy limitado: para 2024, solo 29 días de gran afluencia turística serán afectados con la nueva tasa. ”El calendario comienza el 25 de abril (feriado en Italia), seguido de casi todos los fines de semana de mayo a julio”, precisó Brugnaro, quien prometió “controles muy suaves”, “al azar” y “sin colas”.

¿Cómo hacerlo?

Esta tasa, cuya aplicación se ha aplazado varias veces, está destinada únicamente a los turistas que entran a diario al casco antiguo entre las 8:30 a.m. y las 4:00 p.m.

Tendrán que cargar su código QR del sitio web (https://cda.ve.it), disponible en inglés, español, francés y alemán, además de italiano. Ese código QR tiene que presentarse a los controladores apostados en las principales entradas a la ciudad, especialmente en la estación de Santa Lucía. Los turistas que no hayan realizado este trámite serán invitados a adquirirlo en el último momento a su llegada, con la ayuda de los operadores locales.

Eso no planteará problemas porque no hay un límite al número de códigos QR vendidos por día. “Nos oponemos a un número limitado, sino no seremos más una ciudad sino un museo”, insistió el alcalde de Venecia.

Se prevé también una multa de 50 a 300 euros para los turistas que intenten entrar a escondidas .Los turistas que pasen al menos una noche en el sitio no se verán afectados y recibirán un código QR gratuito, y hay varias excepciones previstas, en especial para menores de 14 años y estudiantes.

Venecia, famosa por sus monumentos, sus obras de arte, sus puentes y canales, es Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1987. Pero la ciudad se libró con las justas en septiembre de entrar a la lista de patrimonio en peligro de la Unesco, cuyos expertos señalaron que estaba amenazada por el turismo excesivo y el calentamiento climático debido a las medidas “insuficientes” tomadas por Italia para combatir su deterioro.

¿Quién controla?

No habrá torniquetes y unos 200 inspectores entre controladores y agentes municipales se dedicarán a revisar aleatoriamente la posesión del código QR que da derecho a entrar tras pagar los 5 euros por internet.

La medida estará en vigor desde mañana, 25 de abril, el inicio de un puente en el que se prevé una importante presencia de turismo, hasta el 5 de mayo, cuando comenzará a cobrarse durante los sucesivos fines de semana hasta el 14 de julio, además del 1 y 2 de junio. Las multas para los infractores van de 30 a 500 euros.

En el centro de Venecia quedan 48.997 habitantes, la mayoría mayores de 65 años: en cambio, hay más de 52.000 plazas turísticas, en los días punta los visitantes superan los 170.000 y en 2023 Venecia recibió 38 millones de visitantes, pero sólo el 30 % durmió en la laguna, según las asociaciones de ciudadanos.

¿Servirá para limitar el turismo?

El auge del turismo primero provocó un tráfico de embarcaciones en los canales de Venecia, desencadenando olas que amenazaban la estabilidad de los históricos edificios de la ciudad. Hace dos años, el gobierno italiano implementó una prohibición que impide a los cruceros atracar en el centro de Venecia, en parte como respuesta al daño provocado por estos enormes barcos tanto a las estructuras arquitectónicas como al lecho marino.

En agosto de 2023, luego de que la Unesco amenazara con incluir a Venecia en su lista de sitios del Patrimonio Mundial en riesgo, volvió a abrirse el debate para tomar medidas y proteger el patrimonio veneciano.

En 2019, el gobierno italiano aprobó una propuesta presentada por el gobierno municipal de Venecia para la implementación de una “tasa contributiva de entrada” de 5 euros dirigida a los visitantes que permanecen en la ciudad por un solo día.

La intención de la medida del cobro es inducir a algunos turistas a reconsiderar sus planes de viaje, y esta medida está parcialmente inspirada en prácticas similares adoptadas por pequeñas islas italianas, como Ponza, que imponen una tarifa de desembarco.

“Nadie quiere cerrar la ciudad y si alguien quiere venir esos días puede hacerlo pagando 5 euros y reservar la visita. Esto nos dará datos reales e importantes: cuántos visitantes, de dónde vienen, cuántas exenciones y mucho más, una herramienta importante para entender cómo organizar los servicios”, comentó Luigi Brugnaro al defender su medida.

Es “un experimento que nadie ha llevado a cabo hasta ahora, pero que muchas ciudades internacionales están analizando con atención”, comentó el concejal de turismo, Simone Venturini.

El concejal Giovanni Andrea Martini, líder de la opositora ‘Toda la ciudad unida ‘, que capitanea las protestas contra la medida, dijo a la agencia EFE que “no va funcionar, porque no se ha puesto un límite y bastará pagar. No son los 5 euros los que limitarán el turismo”.

Además, añade, crea “un problema de privacidad para los ciudadanos al tener que explicar tus movimientos o a quien alojas en tu casa”.

Martini y las asociaciones han organizado manifestaciones en la plaza Roma, la principal entrada a Venecia, para protestar porque ahora “se convierte de verdad en una ciudad museo donde hay que pagar”, sin “abordar todas las verdaderas problemáticas de sus ciudadanos”.

“Se trata sólo de un modo de monetizar sin resolver el problema porque no se ha puesto un límite a la entrada”, explicó a EFE Marco Gasparinetti, también concejal y portavoz de la asociación ‘25 abril’, cuya propuesta era también “una reserva, pero gratuita y con un límite de acceso”.

Señala que la gran paradoja es que “se aplica sólo hasta las 4:00 p.m., lo que significa castigar a las familias y dejar total libertad a los que vienen a emborracharse, a celebrar las despedidas de soltero, a ese turismo molesto para los habitantes” y añade: “Esto es un impuesto, no una contribución”.

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