ASí ES LA TRADICIóN DE LA CHICHA EN BOGOTá: EN EL CENTRO SE ENCUENTRA LA MEJOR

Bogotá

Así es la tradición de la chicha en Bogotá: en el centro se encuentra la mejor

Esta bebida es un gran atractivo para los visitantes internacionales y locales.

Diego Salinas - Escuela de periodismo multimedia de el tiempo

La chicha en Bogotá es parte esencial del turismo en el centro de la ciudad y es un gran atractivo para los visitantes internacionales, locales, estudiantes y trabajadores. También ha sido tejedora de relaciones de comunidad y cambio en el barrio Egipto.

Alrededor de esta bebida se realizan festividades, mercados y hasta concursos para ver quién hace la mejor chicha de la ciudad.

Doña Tuty, cuyo nombre de pila es Luz Marina Piraquive, acomodaba las últimas botellas de chicha que estaban puestas en su chaza de la plaza Concordia, durante el Festival de la Chicha de 2023, cuando un ‘paisano’ se acercó y le grita: “¡Doña Tuty!, vaya corriendo que la llamaron desde la tarima, ¡ganó!”.

De inmediato la mujer soltó las botellas y esquivó los otros puestos de chicherías. Vestía con un delantal blanco, un gorro en maya y el abrigo de piel sintética que lleva puesto casi siempre. Así, se coronó como la primera reina de la chicha local del Festival de la Chicha en La Concordia.

Esta es una bebida de fermento de maíz que viene de costumbres ancestrales y que era elaborada por los Muiscas. Se utilizaba en rituales y reuniones. En la Colonia y, posteriormente, las chicherías se convirtieron en un lugar de esparcimiento.

En Bogotá había más de 800 establecimientos de este tipo a finales del siglo XIX y se estima que se consumían más de 50 millones de litros por año, superando incluso las reservas de agua.

En la actualidad, la chicha se ha convertido en un gancho para los turistas que van a visitar el centro histórico y sigue siendo una bebida económica y muy apetecida en ese punto de la ciudad.

En el Chorro de Quevedo

La chicha es uno de los principales atractivos turísticos en el Chorro de Quevedo, pleno centro histórico de Bogotá.

Aquí los restaurantes ofrecen chicha de todo tipo: morada, amarilla, azul, roja; y sus sabores: fresa, mora, lulo, naranja, mango, entre otros. Los vendedores se ubican de manera estratégica en la plaza y seleccionan a posibles compradores para ofrecerles una ‘pruebita’.

A aquel que se detiene a probar le ofrecen el numeroso catálogo que tienen de la bebida. Al rededor del ‘Chorro’ se pueden ver personas de todo tipo tomando la ancestral bebida de forma muy relajada: estudiantes, artesanos, extranjeros, profesores, abogados e incluso los mismos comerciantes.

La presentación es incluso innovadora, entregan la botella plástica dentro de una bolsa de papel y con un pitillo para tomarla.

Son botellas de 250 ml, 500 ml y 1,5 litros y los precios están entre 10 mil pesos y los 20 mil pesos.

A unas cuatro casas hacia el oriente de la plaza, se ubica el restaurante de Luis Alberto Segura, un comerciante de chicha y otros alimentos. Al entrar no parece una chichería tradicional, sino un sitio gastronómico.

La venta de esta bebida popular ya no suple las necesidades y ha expandido su negocio, desde venta de hamburguesas hasta sushi. Sin embargo, la chicha sigue siendo un elemento importante. Dice que vende entre 5 a 10 galones en un “buen” fin de semana, lo que representa aproximadamente 37 litros.

La rutina de Luis consiste en: “yo voy a la plaza a comprar el maíz, aquí lo cocinamos, limpiamos bien los galones y ahí mismo la preparamos. Eso se deja 3 días, y ya está listo con el fermento de la piña; si la gente quiere le aplicamos este colorante, pero casi no lo usamos”.

El uso de colorantes en la chicha es realmente nuevo. Algunos vendedores lo utilizan para atraer más a los extranjeros y hacer más vistoso el producto.

En las preparaciones usan saborizantes artificiales para conseguir el sabor deseado, o en algunos casos la fruta.

Según la Alcaldía de Bogotá, en el Chorro de Quevedo se sirven más de 600.000 litros de chicha todos los fines de semana.

La Chicha en el barrio Egipto

El barrio Egipto es un recorrido patrimonial desde donde se mire. La primera impresión es su iglesia, su edificación se empezó el año 1556 y se escogió el sitio en la cumbre de una colina, entonces despoblada.

Desde lo alto se puede observar la inmensidad de Bogotá. La iglesia custodia al barrio, que tiene entradas tan empinadas como montañas.

Egipto es recordado porque ha estado inmerso en guerras de pandillas por el territorio y allí, según sus habitantes, existen fronteras invisibles.

Limita con el barrio Las Cruces y Belén, azotados también por la violencia. Sin embargo, según sus residentes, la situación ha cambiado. Gracias al turismo, a las festividades y, en parte, a la chicha.

La bebida es la protagonista en la fiesta de los Reyes Magos (6 de enero). Es una tradición que viene desde hace siglos y que hoy en día se sigue celebrando.

Las calles se pintan y suena música por todo el barrio. Es aquí cuando los vecinos salen a celebrar tomando chicha, chirrinche y destilado de aguardiente. Los puestos se llenan de comida, bebidas, juegos y actividades, este día se olvidan la violencia y las fronteras.

Luz Marina Piraquive, más conocida en su barrio como Doña Tuty, “la reina de la chicha”, espera cada año ese día tan anhelado.

Nació y creció en el barrio Egipto, en una familia de escasos recursos. A su padre lo mataron en la puerta de una tienda del barrio por unas cuentas que debía.

Debido a las circunstancias, cursó hasta cuarto de primaria y desde ese momento comenzó a elaborar chicha, con la receta que le aprendió a su madre y que la ayudó a mantenerse a lo largo de su vida.

Todos los domingos, a las 6 de la mañana, doña Tuty sale junto a la comunidad del barrio para armar las carpas y acomodar los productos que venderán durante el día.

Hay 10 puestos diferentes para comprar verdulería, tomar tinto, desayunar y hablar con la comunidad.

Entre ellos, doña Tuty sobresale con tres abrigos, uno encima de otro. En su puesto ofrece chicha y masato. A su lado la acompaña ‘pio pio’, una vecina que vende caldo de pata. De ahí saca el dinero para toda la semana.

Para gestionar su negocio, a doña Tuty a veces la ayudan sus hijos o sus nietos o los vecinos. Ella es muy querida por toda la comunidad, aunque asegura que haber salido en televisión cuando se coronó reina de la chicha levantó envidias y por eso dice que no todo el mundo la quiere.

Sin embargo, cuando camina por las calles, todo aquel que pasa la saluda, habla con ella y hasta la invitan un cigarrillo.

Además de ser la reina de la chicha, doña Tuty es lideresa del barrio y la localidad. Se ve, en la primera impresión, la vocación que tiene por ayudar a los demás, en especial a personas vulnerables, con discapacidad cognitiva y a adultos mayores, a quienes, según ella, la alcaldía nunca les presta atención.

“A veces en el barrio hacemos ‘bingotón’ o una ‘donatón’, aquí hay personas que realmente lo necesitan, no tienen para un mercado o a veces, cuando están enfermos, se les colabora con algo”, dice. Además agrega que “mi próxima meta es llegar al Festival de la chicha de la Perseverancia, pero no como Luz Marina, sino como representante de mi localidad”.

DIEGO SALINAS

ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA

EL TIEMPO

Redacción El Tiempo

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