EL VATICANO LLEVA ARTE A UNA CáRCEL DE MUJERES DE VENECIA

Obras de arte bajo alambres de púas: para la 60ª Bienal de Venecia, el Vaticano se instaló en una cárcel de mujeres, una experiencia inmersiva en la que dialogan el arte y el mundo carcelario.

Lejos de los focos y las multitudes, la Santa Sede eligió este antiguo convento de la isla de la Giudecca transformada en prisión en 1825, que actualmente alberga a mujeres condenadas a sentencias largas. En la fachada externa, una imponente pintura de dos pies descalzos con la piel roída realizada por el artista italiano Maurizio Cattelan marca la pauta, reflejando las vidas que habitan estos muros.

Los visitantes, que ingresan en grupos pequeños, deben cumplir medidas estrictas: la reservación es obligatoria, los teléfonos se guardan en un casillero bajo llave y los documentos de identidad se cambian por tarjetas. No se permite fotografiar o grabar videos por motivos de seguridad.

Pascale y Marcella, peinadas y arregladas, con notas en la mano, serán las guías del día. Forman parte de las 20 reclusas de un total de 80 que aceptaron participar en esta mediación. Por razones de seguridad no se revela nada sobre ellas ni sus antecedentes.

Titulada Con mis ojos, la exposición ofrece una mirada humana a la vida cotidiana de las detenidas a través del trabajo de 10 artistas “muy diferentes, pero unidos por el deseo de participar en una experiencia artística y humana única”, explica Bruno Racine, comisario de la exposición.

“El Vaticano no es un Estado como los otros, no tiene una escena artística, así que tuvimos que encontrar un concepto, un lugar que fuera un mensaje en sí mismo”, añade.

“Con ustedes por la noche”

En un largo pasillo exterior de ladrillos decrépitos y barrotes oxidados, la artista libanesa Simone Fattal transcribió poemas y mensajes de las presas en losas de lava esmaltadas. En uno de ellos se lee: “Me gustaría aislarme, hacerme un ovillo en el pecho, aquí no hay armadura”.

Al final del pasillo, una obra del colectivo Claire Fontaine, un ojo tachado al pie de una atalaya, simboliza la invisibilidad y la imposibilidad de acceder al mundo exterior. Al otro lado, un gran jardín abriga hileras de plantas e invernaderos, un raro vistazo al día a día carcelario.

“Esta es la parte que yo llamo hogar. Aquí cultivamos la fruta y la verdura que se vende afuera”, explica Marcella. En medio del patio, un mensaje en neón azul colgado en la pared de una fachada llama a los visitantes: “Siamo con voi nella notte” (“Estamos con ustedes por la noche”), un eslogan originado en Florencia y utilizado en Italia en los años 1970 en apoyo de los presos políticos.

Iluminado las 24 horas del día, se puede ver desde las celdas, “una forma de mostrar a las mujeres aquí que no están solas”, explica un agente penitenciario que supervisa la visita.

“Trozos de vida”

Enseguida se observa un impactante cortometraje en blanco y negro rodado en el sitio por el italiano Marco Perego. En una secuencia de 15 minutos, la actriz Zoé Saldaña y algunas reclusas que se interpretan a sí mismas narran el último día de una mujer en prisión.

En otra sala, la artista francesa Claire Tabouret pintó a las presas y sus familias a partir de fotos familiares. “Ella recogió trozos de historias íntimas, de vida. Este aquí es mi hijo”, cuenta Marcella señalando uno de los retratos.

“La idea no era transformar la prisión en un sitio banal de exposición, sino involucrar a los artistas en un trabajo artístico y en las relaciones con las detenidas”, explica Racine.

Sensible al mundo carcelario y a la causa de los marginados, el papa Francisco acudirá a la exposición la mañana del domingo durante su visita a Venecia. “Estamos ansiosas por verlo. Todo este proyecto es un mensaje de esperanza”, afirma.

2024-04-24T14:12:18Z dg43tfdfdgfd