ASí DE DIFíCIL FUE RODAR UNA DE LAS PELíCULAS MáS CARAS DE TODOS LOS TIEMPOS

Piratas del Caribe: La maldición del Perla Negra, estrenada en 2003, fue una película trascendental para Disney, que marcó un antes y un después en su historia. Se trató de un proyecto bastante arriesgado, pero que al final, rindió frutos. Con un presupuesto de 140 millones de dólares, la cinta dirigida por Gore Verbinski recaudó más de 650 millones en todo el mundo, haciendo de esta producción todo un éxito.

En vista de que la fórmula de acción , aventura y humor, ejecutada por Johnny Depp, había funcionado a la perfección, los planes para múltiples secuelas se pusieron en marcha de inmediato. Era evidente que Disney no iba a perder el tiempo, tras haber encontrado una absoluta mina de oro. Es así como El cofre de la muerte y En el fin del mundo llegaron a cines en 2006 y 2007, respectivamente.

La segunda y tercera entrega fueron filmadas en conjunto, en locaciones inusuales, con varios barcos en condiciones de navegar y un presupuesto aproximado de 225 millones de dólares para cada cinta, cifra que era algo nunca antes visto, en ese entonces.

Sin embargo, la naturaleza le hizo una mala jugada al equipo de producción, pues los huracanes terminaron obligando a que el presupuesto se elevara. Al final, la tercera parte de la saga de los Piratas del Caribe terminó costando 300 millones de dólares. Un presupuesto de ese calibre, era una absoluta locura. Incluso, en su momento, esta cinta se hizo acreedora del reconocimiento como la película más cara jamás realizada.

Aunado a todos estos datos alucinantes, también cabe destacar lo complejo que fue el rodaje de En el fin del mundo, sobre todo, su secuencia final. En ella, dos enormes barcos son arrastrados por un remolino de agua, mientras una épica batalla se lleva a cabo, al interior de las naves, de manera simultánea. Todo lo que se ve a cuadro, es completamente real, pues los barcos eran réplicas de escala real, y para generar el efecto de movimiento, los barcos fueron colocados sobre gigantescas plataformas elevadoras que podían inclinarse hasta un 15 por ciento.

Toda esta descabellada hazaña sólo pudo ser ejecutada en un lugar de rodaje en el mundo: un hangar de aviones en Palmdale, California. Construido en 1983, por Rockwell International, el lugar cuenta con 183 metros de largo, 91.5 metros de ancho y más de 71 metros de alto.

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